Para proteger tanto la salud del donante como la del paciente. De esta forma, tratamos de evitar que la donación pueda perjudicar al donante y que el paciente no esté expuesto a situaciones de riesgo de contagio de una infección transmisible por la sangre durante el periodo de ventana (tiempo que transcurre desde que alguien se contagia hasta que aparece reflejado en las pruebas de laboratorio).